jueves, 13 de noviembre de 2014

Texto Descriptivo

¿Qué es texto descriptivo?

El texto descriptivo consiste en la representación verbal real de un objeto, persona, paisaje,animal, emoción, y prácticamente todo lo que pueda ser puesto en palabras. Este tipo de texto pretende que el lector obtenga una imagen exacta de la realidad que estamos transmitiendo en palabras, una especie de “pintura verbal”.

¿Qué podemos describir?
*Cuando se describe físicamente a un ser, el texto recibe el nombre de prosopografía.
*Si lo que se describe es el carácter y los sentimientos de una persona, el texto recibe el nombre de etopeya.
*La unión de la descripción física y de carácter / prosopografía y etopeya ) da lugar al retrato.
*La descripción de una época ( siglo, mes, día, año... ) se denomina cronografía.
*Cuando se describe un lugar real , éste recibe el nombre de topografía; mientras que si el lugar es imaginario se llama topotesia.

Se pueden distinguir dos clases de descripción, la objetiva y la subjetiva:
 
*En una descripción objetiva el autor adopta una actitud imparcial frente al objeto descrito, y se limita a describir, con la mayor objetividad y precisión posibles, las características que mejor lo definen (no trata de suscitar ninguna emoción estética en el lector). Este tipo de descripción es característica de los textos académicos y científicos. 
*En una descripción subjetiva el autor refleja lo que le sugiere personalmente el objeto que describe, y en muchos casos los datos aparecen de manera desordenada. Contiene una gran carga subjetiva y su finalidad suele ser estética.  


Ejemplo de texto descriptivo

Fragmento de Tormento de Benito Pérez Galdós


Tengo muy presente la fisonomía del clérigo, a quien vi muchas veces paseando por la Ronda de Valencia con los hijos de su sobrina, y algunas cargado de una voluminosa y pesada capa pluvial en no recuerdo qué procesiones.

Era delgado y enjuto, como la fruta del algarrobo, la cara tan reseca y los carrillos tan vacíos, que cuando chupaba un cigarro parecía que los flácidos labios se le metían hasta la laringe; los ojos de ardilla, vivísimos y saltones, la estatura muy alta, con mucha energía física, ágil y dispuesto para todo; de trato llano y festivo, y costumbres tan puras como pueden serlo las de un ángel.
Sabía muchos cuentos y anécdotas    mil, reales o inventadas, dicharachos de frailes, de soldados, de monjas, de cazadores, de navegantes, y de todo ello solía esmaltar su conversación, sin excluir el género picante siempre que no lo fuera con exceso. Sabía tocar la guitarra, pero rarísima vez cogía en sus benditas manos el profano instrumento, como no fuera en un arranque de inocente jovialidad para dar gusto a sus sobrinas cuando tenían convidados de confianza.
Este hombre tan bueno revestía su ser comúnmente de formas tan estrafalarias en la conversación y en las maneras, que muchos no sabían distinguir en él la verdad de la extravagancia, y le tenían por menos perfecto de lo que realmente era. Un santo chiflado llamábale su sobrino

 

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